La familia natural, lamentablemente, no puede escogerse.
Nacer y crecer en una familia “equivocada”, aquella que no tiene en común contigo más que los genes, suele ser, como poco, frustrante; pero en ocasiones también puede generar daños irreparables que lastran tu vida para siempre, sin remedio, generándote un demoledor desarraigo emocional, unas carencias afectivas devastadoras y una permanente sensación de soledad, de inmenso vacío, de frío, de tristeza, de no ser merecedor de cariño, destruyendo, en definitiva, tu autoestima y tu propio concepto de valía como persona.
Con mucho trabajo, esfuerzo y sufrimiento, se puede ir malviviendo aún arrastrando una serie de taras que afectan especialmente tus relaciones con los demás, condicionadas por la inexperiencia en el desarrollo de habilidades basadas en los afectos y por no haber vivido de forma natural sensaciones de cercanía y proximidad con las personas que, en teoría, te han de querer de forma innata.
Pero afortunadamente, y pese a las limitaciones, en la vida te vas encontrando con grandes personas, con gente buena que te quiere y te acepta como eres, y que te ayuda a confiar en tus valores y a creer en tus propios sentimientos. Gracias Fer, un beso.
3 comentarios:
Como dijo Machado "Caminante no hay camino, se hace camino al andar"...
Al final lo que importa realmente, es toda esa gente que te vas encontrando y que siempre estarán ahí.
Un besote, wapo
Como tú, espero y deseo...
Pues yo no creo que me apunte a los blogs pero seguiré el tuyo seguro!
Gracias a tí, me alegro todos los días de haberte conocido y de acompañarnos en el viaje.
Publicar un comentario